Cuando pensamos de dónde provienen nuestros alimentos, generalmente imaginamos campos llenos de cultivos o rebaños de animales pastando. En lo que no solemos pensar es en carnes producidas artificialmente, plantas que crecen en jardines verticales al costado de un edificio en medio de una ajetreada ciudad, o granjas cultivadas por robots y drones en la ladera de una montaña.
Ante una población mundial que se prevé que ascienda a casi 10.000 millones para mediados de este siglo y aproximadamente 24.000 millones de toneladas de suelo que se degradan cada año, existe una enorme presión sobre los agricultores y los ganaderos para satisfacer la creciente demanda de alimentos. A pesar de las enormes mejoras en la productividad agrícola, una de cada nueve personas hoy en día sigue padeciendo desnutrición. Y es probable que esta presión para alimentar al mundo aumente debido al cambio climático y a la disminución de los niveles de tierras cultivables en las que sembramos nuestros cultivos.
Las personas en todo el mundo deberían tener acceso a alimentos seguros, nutritivos y asequibles. Para ayudar a lograr esto, los agricultores están adoptando cada vez más la innovación digital para maximizar el rendimiento de sus campos, mientras que los científicos están desarrollando novedosas y extraordinarias tecnologías para redefinir nuestra idea de cómo y dónde producimos los alimentos.
Desde el espacio exterior hasta el fondo del océano, veamos cómo estamos aprendiendo a cultivar alimentos más allá del campo: